fbpx

Azores, Dinamismo y vitalidad, Escapadas, Europa, Pasión por la naturaleza

Una familia viajera en las Islas Azores, el paraíso Atlántico

De nombre caribeño y paisajes parecidos, el Atlántico acoge, a tan solo dos horas de Lisboa, un mundo repleto de naturaleza ajeno a la presencia humana que hace y deshace a su antojo para decorar de verde nueve islotes extraordinarios: las salvajes Islas Azores.

Un tesoro en medio del océano Atlántico que Maria y su familia han podido disfrutar durante siete días en sus vacaciones de verano.

Lisboa, primera parada

Capital de Portugal, Lisboa fue la primera toma de contacto con la cultura portuguesa durante un viaje en el que mezcló una urbe repleta de historia y terminó en la naturaleza más salvaje.

Con más de 3.000 años de antigüedad, la capital portuguesa es un nido de patrimonio cultural y artístico que se extiende desde el centro de la ciudad hasta los aledaños de la urbe. Arte en cada esquina y con atributos de cada movimiento artístico, Lisboa está decorada con un sinfín de monumentos testimonio de un pasado glorioso y que ahora conviven con la modernidad de una ciudad caracterizada por sus famosos tranvías, iconos de la ciudad junto a sus coloridas casas.

Durante dos días, callejearon por una ciudad que cuenta con una arquitectura envidiable con el Castillo de San Jorge, la catedral de Lisboa o la Plaza del Comercio, todos de distintos estilos artísticos. Las zonas preferidas, La Baixa y Belém, aunque para aquellos que les gustan los paisajes alternativos El Chiado y Barrio Alto son una parada obligatoria. Una urbe que, además, también está preparada para deleitar a cualquier paladar. Su cultura y cariño por lo gastronomía son otras de las razones por las que parar en Lisboa siempre es una buena opción.

 

Rumbo a las Azores

A dos horas de distancia en avión, la conexión entre las Azores y la capital se remonta siglos atrás. Unas islas salvajes, repletas de palmeras, zarzas y especies desconocidas pasaron a ser un punto estratégico perfecto para Portugal en sus expediciones hacia el sur de África.

Parece imposible, pero la conquista de estas islas ha dado mucho al país vecino, además de un paraíso bajo su bandera y el pico más alto de toda su geografía. Un destino celestial que poco necesita para atraer a los curiosos en cualquier época del año en busca de calor, naturaleza y desconexión.

San Miguel, el puerto de la isla, es hogar y ruta de paso de centenares de ballenas y cuenta con la decoración perfecta de los verdes clorofílicos de la isla en su totalidad. Un paisaje perfecto en el que pasaron sus noches en la isla junto al lujo y la calidad del Hotel Octant Ponta Delgada, el lugar perfecto para entender y disfrutar de las Azores en su totalidad.

Adrenalina constante

Las Azores son sinónimo de aventura. Es imposible aburrirse en una isla con tanto encanto, tantas posibilidades y tanta aventura. Una isla casi imposible de terminar y de una variedad impresionante. Desde las actividades de costa hasta las actividades de montaña y nieve. Desde avistamientos de ballenas a 30 grados hasta escaladas a la Montanha do Pico, a 2.351 metros de altura, con ropa de invierno. Versatilidad en estado puro.

Sete Cidades fue la primera parada. Un lugar mágico que yace sobre un volcán dormido, de momento, que cuenta con una historia de leyenda. De un verde inverosímil para ser el paisaje de lo que asociamos a un volcán, el recorrido en bicicleta por Goa Azula fue su primera experiencia en la isla. Dos ruedas que cambiaron por remos en el Lago verde, un lugar donde el clima es impredecible y hay que estar preparado para todo. Es parte de su encanto.

Y si de mezclar intensidades se trata, la verticalidad de la isla también permite a los amantes de la adrenalina poner a prueba sus reflejos. En Ribeira dos Caldeiröes, al norte de la isla, hubo tiempo para el barranquismo por sus laderas húmedas y repletas de aguas torrenciales que mueren en cascadas que quitan el hipo.

Pero más allá del interior, la fauna que rodea las Azores la convierte en un destino único. Un lugar tan especial que hasta los animales se han hecho eco de éste y lo han convertido en su ruta habitual para migraciones.

Al sur de la isla, y con las grandes montañas verdes de fondo, el avistamiento de ballenas y delfines está asegurado durante los meses de verano. Una excursión surcando los mares del Atlántico donde estos enormes mamíferos aparecen de la inmensidad del mar como si nada.

Ballenas que comparten hogar con los delfines y que, en Punta Delgada, puedes apreciar como nunca antes. Neopreno en mano, fue momento para sumergirse y poder nadar junto a ellos antes de visitar los cultivos de piña y las plantaciones de té del suroeste de la isla.

Sao Miguel

Ubicada en el centro de la isla, Furnas son otra de las visitas obligatorias que María y su familia tampoco quisieron perderse. Encima de uno de los volcanes más jóvenes de la isla, el espectáculo está asegurado: calderas de agua caliente, fumarolas, géiseres, aguas termales o lava volcánica medicinal… Una excursión de trekking que no deja indiferente a nadie.

Una experiencia que más tarde, continuaron en Hotel Santa Barbara Eco Resort en Rivera Grande, una propiedad rodeada de playas negras naturales donde el surf se ha convertido en otro de sus reclamos turísticos y de las actividades más demandadas.

Las Islas Azores no son un viaje, si no una aventura constante en sí misma que no te puedes perder!

    Rellena el formulario para recibir más información sin compromiso