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Experiencias Travel Planner

En primera persona: Costa Rica…¡Pura Vida!

Hoy os escribe Judith Mármol, Leisure Travel Director de Bestours Viajes y os quiero contar uno de los viajes más increíbles que he hecho, Costa Rica.

Tanta variedad como un continente, pero en apenas 51.000 kilómetros cuadrados. Así es Costa Rica, un país manteado por dos océanos distintos, en el corazón del Caribe y, además, el territorio más rico en biodiversidad del planeta. Un regalo de la naturaleza que se concentra en el brazo que une Norteamérica con Sudamérica teñido totalmente de verde. Costa Rica es selva, montaña, playa, volcanes y paz. Un lugar donde el tiempo transcurre al ritmo de los osos perezosos.

¡Un territorio ideal para explorar y vivir una aventura tropical inolvidable en un país que destaca por su turismo sostenible para mantener y preservar, lo que ellos mismos llaman, PURA VIDA!

¡Empezamos el viaje!

Aterrizamos en San José, pero decidimos dirigirnos directamente a Bajos del Toro que está situado una hora al norte la Capital Tica.

Una primera toma de contacto para sumergirnos desde el primer día en el aura de relajación y asombro constante que desprende Costa Rica. Una pequeña ciudad perdida en los verdes clorofílicos para empezar a disfrutar de un viaje que fue in crescendo. El Hotel El Silencio Lodge & Spa, de la Cadena Relais & Chateaux, nos acogió para mostrarnos los primeros encantos de Costa Rica. Dos días para entender el sentir de un país donde no existe la prisa. Actividades al aire libre como tiro al arco o la excursión a Las Tres Cataratas se complementaron a la perfección con la práctica de Yoga y los Tratamientos Wellness en un hotel pensado para vivir y sentir la naturaleza que te rodea.

La mejor de todas, la excursión al Volcán Poás, uno de los mayores cráteres del mundo y donde pudimos entender visualmente qué significa la palabra abismo. 1000 pies de profundidad hacia el fondo de un volcán donde no se ve el final. Sobrecogedor.

Fotos: Hotel El Silencio Lodge & Spa

Vistas para enamorar tu alma.

Pasados dos días pusimos rumbo a Volcán Arenal. Sin duda, una de las paradas obligatorias en tu viaje a Costa Rica. A su alrededor la vida fluye con alegría, pero no es un volcán inactivo. Su última erupción registrada fue en 2010 y es sin duda uno de los volcanes más majestuosos del planeta. De una colada de lava de 1992 nace uno de lo senderos para visitar los alrededores del volcán, y pese a estar rodeado de verde, los tonos negros del carbón tiñen la cima.

Imponente desde cualquier ángulo, llegó el momento de descubrirlo desde cerca. Una excursión a pie de 4 horas que termina en el cráter, acompañados de un guía naturista, que nos maravilló con todas las explicaciones técnicas de vulcanología.

Lo mejor, nos esperaba al final. Al acabar la excursión nos tenían preparado un espectacular Picnic Privado con vistas al Volcán. Un sueño de día.

De vuelta, todo lo que habíamos apreciado a escasos metros se sentaba frente a nosotros y moría a los pies de nuestro ventanal en el Hotel Nayara Springs de la cadena Nayara Resorts.

Segundo día, llegó el turno para contemplar la isla desde las alturas: las tirolinas. A centenares de metros de altura cruzar de colina en colina suspendidos por un cable y la fuerza de la gravedad es una experiencia indescriptible.

Libertad y adrenalina en su máxima expresión que terminamos con una excursión a la Catarata de la Fortuna. Sus impresionantes vistas tienen su precio –530 escalones– pero valió la pena el esfuerzo. Un regalo para todos los sentidos: bañarse en las Cataratas Fortuna con unas vistas 360º.

Una vez en la vida

Una experiencia para vivir, al menos, una vez en la vida. Un momento único, íntimo y casi celestial. Tras dos días, pusimos rumbo a Tortuguero y, sin duda, nos regaló la mejor experiencia de todas: presenciar en vivo y en directo el desove de las tortugas. 

Tras descubrir la selva tropical que rodea nuestro hotel, el Tortuga Lodge de la Cadena Boena, ubicado en medio de la selva tropical, llegó el momento más esperado. Bajo un manto de estrellas y el sonido de las olas de fondo, y con casi absoluta oscuridad, se produce uno de los fenómenos más fascinantes que hemos presenciado jamás. No solo el desove, en absoluto y riguroso silencio, sino la historia que precede.

Allí, donde años atrás esa misma tortuga rompió su cáscara para recorrer los metros que la separaban del mar, regresa para dejar sus huevos.  Una sensación indescriptible, tan cercana como desconocida.

Rumbo al sur

Nuestra última parada fue Punta Cocles, al sur de la ciudad de Puerto Viejo. El paraíso para los amantes de la playa y el mar. Una forma única para cerrar nuestras vacaciones en un país que, en cada localidad, nos cautivó un poquito más.

Tres kilómetros de playas de arena dorada, cocoteros y aguas cristalinas para terminar de descubrir un país mágico también debajo del mar. Rodeados de monos, osos perezosos, iguanas y cangrejos, atrás quedaron los cocodrilos para abrir paso a los coloridos arrecifes de coral junto al Parque Nacional Cahuita.

Nos alojamos en el Hotel Aguas Claras de la cadena Cayuga. Un hotel boutique de lujo que es un auténtico oasis muy especial. Lleno de arte, alma y mimetizado a la perfección con su entorno. Una selva de ensueño. Un escondite inspirador donde relajarse, refrescarse y volver a casa como nuevo.

¡Costa Rica nos enamoró y nos atrapó tanto que seguro que volveremos a sentir de nuevo su PURA VIDA!

 

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